Nuestros beatos mártires

En estos más de 125 años de historia de nuestro Colegio, numerosos Hermanos de La Salle han sido referente para miles de niños y niñas de Benicarló. Entre ellos destacamos nuestros Hermanos mártires que, con su ejemplo y sacrificio nos siguen interpelando: fueron capaces de darlo todo por su Fe y por permanecer fieles a Jesús en aquellos momentos de persecución y entregaron sus vidas perdonando a sus verdugos.

Su testimonio debe servirnos a todos para ser mejores cada día. Pidamos su intercesión para que pueda ser así, recémosles por nuestras necesidades particulares, por nuestro Colegio, por Benicarló.

BEATOS MÁRTIRES DE BENICARLÓ ¡ROGAD POR NOSOTROS!

¡VIVA JESÚS EN NUESTROS CORAZONES! ¡POR SIEMPRE!

Hno. Crisóstomo (José Joaquín Llorach Bretó)

– Nació en Benicarló el 9 de febrero de 1881. Desde 1926 era Procurador (proveedor de materiales, libros…) del Distrito de Barcelona. Al iniciarse la persecución buscó refugio en casa de amigos benicarlandos y, más tarde, para no comprometerlos, en una pensión. Tuvo la oportunidad de escapar al extranjero pero prefirió quedarse y organizar una red de ayuda a los Hermanos perseguidos: “Mientras un Hermano espere de mí una ayuda, no me moveré de aquí. ¡Si me matan, bendito sea Dios!”, solía decir. Fue descubierto y detenido el 2 de noviembre. Fue fusilado al día siguiente en Vallvidriera (Barcelona). Tenía 55 años.

Hno. Valeriano Luis (Nicolás Alberich Lluch)

– Nació en Benicarló el 1 de enero de 1898. Desde 1931 estaba como profesor en el Colegio Condal de Barcelona. Al iniciarse la persecución, decidió volver a su pueblo natal junto con su hermano, el Hno. Eliseo Vicente. En Benicarló se ocultaron en una casa de campo de su familia, solo acudían al pueblo de noche. Al conocer su presencia en el pueblo, milicianos del Comité se presentaron a las casas de sus familiares con amenazas de muerte si no entregaban a los Hermanos. Acordaron marchar a Teruel para poder pasar a zona nacional. El camino lo realizaron a pie. En Valderrobres (Teruel) fueron identificados como religiosos, lo que significó su condena a muerte. El 23 de agosto fueron fusilados, en el ”Plá del Catalí”. Sus últimas palabras fueron “¡VIVA CRISTO REY!”. Tenía 38 años.

Hno.  Eliseo Vicente (Vicente Alberich Lluch)

 – Nació en Benicarló el 29 de enero de 1906. En 1935 fue destinado a dar clase en la escuela de Ntra. Sra. del Carmen de Barcelona. Con el estallido revolucionario se unió a su hermano, el Hno. Valeriano Luis, viviendo junto a él, hasta el final de su vida, los mismos acontecimientos. Fue asesinado a los 30 años

Hno. Luis Alberto (Ildefonso Alberto Flos)

Nació en Benicarló el 26 de febrero de 1880. Fue alumno del colegio de La Salle de Benicarló. Ingresó en el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en 1896, tomando el nombre de Hermano Luis Alberto. Tras pasar por diferentes colegios, en 1935 se hizo cargo de la administración del Colegio de La Salle en Alcora.

Cuando empezó la persecución religiosa el Hno. Luis Alberto buscó refugio en su Benicarló natal, en la casa de su hermano Gregorio, llegando el 22 de julio. A principios de agosto llegó su hermano Miguel, también Hermano de La Salle (Hno. Exuperio). Durante ese tiempo se dedicaron a las tareas agrícolas ayudando a la familia. El 14 de agosto una patrulla de milicianos exige la entrega de los dos religiosos. Ellos, para evitar problemas a sus familiares, deciden entregarse con un “¡Aquí estamos”!  Fueron trasladados a la cárcel, de donde salieron en la madrugada del 15 de agosto, junto a Patricio Gellida Llorach, también Hermano de La Salle, hacia la partida El Palmar de Benicarló, donde en las proximidades de la Torre Fibla fueron asesinados. Según testigos,  animaba a su hermano Miguel diciéndole “¡Ánimo Miguel! La victoria es nuestra”. Sus últimas palabras fueron: “Nos matáis, pero no mataréis la religión, Cristo triunfará. ¡Viva Cristo Rey!”. Sus restos reposan en el panteón de los Hermanos mártires de La Salle en Sant Martí de Sesgueioles (Barcelona).

Hno. Exuperio (Miguel Alberto Flos)

Nació en Benicarló el 12 de noviembre de 1881. Alumno del Colegio de los Hermanos de La Salle, ingresó junto a su hermano Ildefonso en ese Instituto religioso en 1896, vistiendo el hábito en 1899 y tomando el nombre de Hermano Exuperio. Tras pasar por diversos Colegios fue destinado al que sería su último destino: el colegio Conda de Barcelona.. Iniciada la persecución buscó refugio en Benicarló, en casa de su hermano Gregorio, a la que llegó el 1 de agosto. A partir de ahí vivió la misma persecución y la misma muerte que su hermano. Sus restos reposan en el panteón de los Hermanos mártires de La Salle en Sant Martí de Sesgueioles (Barcelona).

Hno. Alejandro Juan (Fermín Gellida Cornelles).

Natural de Benicarló, ingresó en el  Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en enero de 1904. En agosto de 1905 recibió el Hábito y tomó el nombre de Hermano Alejandro Juan.

Al iniciarse la persecución se encontraba en la Escuela de Ntra. Señora del Carmen de Barcelona.

Esta Escuela fue saqueada el 19 de julio de 1936, por lo que marchó a Benicarló, donde, desde el 1 de agosto, fue acogido en casa de su hermano Manuel. Hacia el 14 de agosto su hermano lo escondió, junto al franciscano Fray Estanislao Domínguez Mengual en una casa deshabitada. La noche del 17 de agosto fueron descubiertos por una delación y detenidos por el Comité. Al enterarse su sobrina acudió al Comité solicitando su libertad y negando que fuera “fraile” sino maestro. Ante ello su tío replicó: “¡Calla! Ellos tienen razón, soy religioso”. El Comité deliberó la suerte de los dos religiosos, exigiendo a las familias el pago de 2000 pesetas para poner en libertad a los dos religiosos y extender dos salvoconductos para salir de Benicarló y llegar hasta Barcelona, pago que se hizo efectivo. El 18 de agosto fueron conducidos en un coche del Comité a la estación donde ya intentaron asesinarles. Subieron al tren acompañados de varios milicianos, que en cuanto llegaron a la estación de Vinaròs les obligaron a descender. El Hermano Alejandro Juan comprendió que había llegado el momento de su muerte, les dijo entonces: “Ustedes no pueden matarme sin un juicio previo”. Las víctimas fueron arrastradas a un kilómetro de distancia de la estación, cerca del cementerio. Entonces el Hermano hizo una última petición: “Sé que nos vais a matar. Dejadme al menos unos momentos para encomendar el alma a Dios. Estáis equivocados, sabed que quién a hierro mata a hierro muere, pero yo os perdono”. Diciendo esto, se arrodilló sobre la vía  y se puso a rezar con fervor. Después se levantó, reconfortado, sereno, diciendo a sus verdugos: “Ahora ya estoy preparado”. Inmediatamente fue fusilado. Tenía 47 años.

Hno. Rafael José (Patricio Gellida Llorach)

Natural de Benicarló. Hasta su ingreso, a los 26 años, en el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas fue un joven muy vinculado a la vida parroquial y a sus actividades, especialmente al Rosario de la Aurora, en el que tocaba la flauta. Por influencia de su primo el Hermano Crisóstomo, ingresó en el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, tomando el Hábito en 1897 con el nombre de Hermano Rafael José. Fue destinado a diversos Colegios, como los de Tortosa, Cambrils, Manlleu, Tarragona o el de Bonanova (Barcelona), entre otros. Allí, en 1933, sufrió una hemiplejia que le afectó el resto de su vida. Su último destino fue en San Feliú de Guíxols. De allí marchó, a principios de agosto de 1936, hacia Benicarló para refugiarse en casa de sus sobrinos.

El 14 de agosto, a mediodía, en el momento en el que la familia rezaba el Ángelus, tres milicianos armados se presentaron y se llevaron, con el pretexto de hacer una declaración, al Hermano Rafael José.

Fue encarcelado en compañía de los hermanos Alberto Flos, también Hermanos de La Salle. En la madrugada del 15 de agosto, el Hermano Rafael José, los otros dos Hermanos y otro vecino de Benicarló fueron sacados de la cárcel y subidos a un camión. Al darse cuenta de que iban a ser asesinados en el día de la Asunción prorrumpieron en gritos de vivas “a la Mare de Déu”, lo que despertó a algunos vecinos de la calle San Francisco, que vieron un camión cruzando la calle a toda velocidad.  Fueron conducidos a unos tres kilómetros del pueblo, en dirección Castellón, en la partida El Palmar, y asesinados a balazos. Al día siguiente se encontraron en el lugar varios casquillos de bala vacíos. Los cadáveres de las cuatro víctimas fueron llevados en un carro de la limpieza municipal al cementerio de Benicarló y enterrados en él. En 1959 sus restos fueron trasladados al mausoleo de Sant Martí de Sesgueioles (Barcelona).